El 7 de octubre de 2023 el grupo Hamás atacó a Israel y mató a más de 1.189 personas. La respuesta Israelí no ha parado un año después, con bombardeos y operaciones a lo largo de la Franja de Gaza que deja casi 42.000 palestinos muertos. Pero el conflicto se expandió y la confrontación entre la milicia chii libanesa Hezbolá y las Fuerzas de Defensa de Israel ha pasado a primer plano, con claros signos de una escalada que solo se agrava. En medio, la población civil en Líbano se divide entre huir y resistir.
Mahmoud Mowassi observa con angustia las cortinas de humo que suben detrás de la bahía desde los cristales de los ventanales del aula de la escuela técnica de la ciudad de Tiro. El colegio, convertido en un improvisado centro de acogida por la municipalidad, es ahora su hogar, como lo es para muchas otras familias que huyen del sur del Líbano tras la apertura del frente norte por Hezbolá, en apoyo a Gaza, el pasado 8 de octubre de 2023.
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Durante cerca de 11 meses, los combates entre la milicia chií libanesa Hezbolá y el Ejército israelí se concentraron en la frontera, con ataques limitados en otras regiones del país, pero Israel cambió las reglas de juego en septiembre, extendiendo su campaña de bombardeos aéreos a los suburbios de Beirut y al este del país, en el valle de la Bekaa, escalando a un conflicto más crudo y amplio.
Además de la intensificación de los ataques aéreos, el Ejército israelí ha ampliado la ofensiva con operaciones terrestres, donde los combatientes de Hezbolá están luchando cuerpo a cuerpo para impedir el avance de las tropas israelíes.
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Hoy, la ciudad de Tiro es uno de los últimos frentes seguros mientras los tanques israelíes intentan avanzar desde la frontera hacia la orilla sur del río Litani. Cada día la batalla se vuelve más violenta, empujando a cientos de miles de libaneses a huir hacia el norte.
“Estoy preocupado por la seguridad de mi familia. En la guerra de 2006, Tiro fue el único lugar seguro del sur del Líbano. Pero tengo miedo de que un día nos sorprendan los tanques israelíes en las calles”, expresa Mahmoud Mowassi.
“Solo Dios sabe lo que va a pasar. Estamos en sus manos”, comparte a France 24 este desplazado. Su vivienda en Aitarun, a escasos kilómetros de la frontera, fue destruida por bombardeos israelíes y no tienen a dónde regresar.
Al menos un millón de desplazados
La crisis humanitaria ha puesto al límite al Gobierno libanés, en bancarrota desde 2020. A pesar de la ayuda internacional, los esfuerzos siguen siendo insuficientes.
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“Recibimos paquetes de comida, pero ninguna ayuda económica del Gobierno. Nos sentimos desamparados. En la guerra de 2006, el Estado estaba más presente. Probablemente la crisis económica ha hecho que el Estado flaquee. El Gobierno nos ignora”, se queja Mahmoud.
Lo que más le inquieta es tener que salir corriendo de nuevo y no encontrar un lugar a dónde ir.
La escalada israelí en Líbano se ha intensificado en las últimas semanas forzando a más de un millón de personas a huir.
Los 900 centros de acogida que ha habilitado el Gobierno libanés están saturados, por lo que cientos de familias vagan a la intemperie buscando un lugar donde pasar la noche en las localidades de Sidón (al sur de Beirut) y la capital libanesa, que ha acogido a decenas de miles de desplazados por los intensos bombardeos en los suburbios de Beirut.
Fatima Rammal y su familia, desplazados de Khiam, cerca de la frontera con Israel, comenzaron un periplo inverso. Se trasladaron a Beirut gracias a un conocido que les ofreció una habitación, pero hace semanas fueron expulsados porque otros familiares del dueño, que han huido de Dahieh, los suburbios del sur de la capital libanesa, necesitaban el refugio.
Después de vagar de un lugar a otro, encontraron una casa vacía en Kafr Sin, en la municipalidad de Nabatiyeh, al sur del Líbano. “Nos hemos movido entre muchas ciudades. Ha habido mucha humillación, no saber a dónde ir, estar en la calle con las maletas. Hemos encontrado esta casa para vivir, y ojalá nos quedemos aquí por tiempo”, exclama Fátima.
“No deberíamos ser objetivo de los ataques de Israel”
Kafr Sin está situada al norte del río Litani, donde Israel ha trazado su línea divisoria en la invasión terrestre. Este pequeño pueblo, que antes albergaba a 200 habitantes, ahora ha visto crecer su población a más de 500 familias desplazadas. Sin embargo, con el avance de las operaciones terrestres, ya no parece haber ningún lugar seguro en el sur de Líbano.
“Israel ha cruzado todas las líneas rojas”, sentencia Milad Eid, dueño del hotel Alma Verdi, en la localidad fronteriza de Alma el Shaab, una de las pocas aldeas cristianas en el sur del Líbano.
La artillería israelí está bombardeando intensamente la zona. “Somos cristianos, no deberíamos ser objetivo de los ataques de Israel”, exclama Milad.
Nunca nos va a quitar el derecho de regresar a nuestros hogares
Hace unas semanas, Milad nos mostró los daños en su hotel en Alma el Shaab: “Mira toda esta destrucción, cuando llegue el invierno tendré que tapar con plásticos las ventanas”, se queja mientras evalúa el impacto de los recientes bombardeos. Aunque su familia vive en Beirut, él pasa tiempo en su aldea fronteriza, convencido de que quedarse es su manera de resistir. A pesar de los destrozos, su hotel es todo lo que le queda y no está dispuesto a abandonarlo.
Solo quedan 30 habitantes en este pequeño pueblo cristiano, donde la violencia fronteriza ha provocado el éxodo de familias enteras hacia Beirut. No ha sido fácil adaptarse a su nueva vida, como lo ha vivido Elías Zaouru, quien no encuentra trabajo y debe seguir pagando un alquiler mensual.
“Nos estamos quedando sin ahorros y no sabemos cuándo terminará todo esto. Beirut es muy caro. He empezado a trabajar como taxista para poder pagar las facturas”, lamenta Elías, antes de agregar: “Echamos mucho de menos nuestro hogar en Alma al Shaab. Solo deseo que volvamos a vivir en paz”.
El enemigo no entiende que haga lo que haga, nunca nos va a quitar el derecho de regresar a nuestros hogares. Nuestra convicción es muy fuerte. Aunque destruyan una y otra vez nuestros hogares, volveremos a construirlos”, sentencia, por su parte, Zeinab Namer, que ha sido desplazada de los suburbios de Beirut.
Escalada y expansión del conflicto
El conflicto en el frente norte entre Israel y Hezbolá inicia su segundo año, con la posibilidad latente de que se extienda a una guerra total en todo Líbano. Los refugios que hoy son seguros para los desplazados podrían no serlo mañana.
“¿Quién hubiera pensado que los israelíes volverían a poner un pie en el Líbano?”, se pregunta Yousef Mouad, analista militar. “No será como en 2006, cuando se retiraron después de 33 días; esta vez se quedarán”, asegura.
En este contexto, la perspectiva de un alto el fuego se vuelve cada vez más remota.
Mouad subraya que el próximo líder de Hezbolá, al buscar legitimar su liderazgo y vengar a su predecesor (Hassan Nasrallah), probablemente optará por una postura más agresiva. Con la continuación y posible intensificación del ciclo de violencia, la región se enfrenta a un futuro incierto, marcado por la intransigencia y la confrontación.
“La historia sugiere que, sin cambios significativos en la dirección del grupo, el conflicto no solo persistirá, sino que podría escalar a niveles aún más alarmantes”, concluye en analista militar.
fuente: https://www.france24.com/es/medio-oriente/20241007-un-a%C3%B1o-despu%C3%A9s-de-las-tensiones-fronterizas-israel-lleva-a-l%C3%ADbano-al-umbral-de-la-guerra-total
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