Andrés Aníbal Carbonel ya fue enterrado. Mientras tanto, el efectivo que disparó decidió no volver a su casa luego de la liberación. El fiscal del caso no cree que actuó en legítima defensa.
Carbonel y su amigo que lo despidió en redes
Ayer por la tarde, Lucas Mallea -el sargento de la Policía Bonaerense que mató al ladrón en Moreno que quería robarle la moto- fue liberado por el fiscal Gabriel López luego de su indagatoria. Mallea aseguró que los dos delincuentes que quisieron robarle eran violentos, que temió por su vida y la de su novia yque en todo momento creyó que el atacante tenía un arma en la mano.
Sin embargo, López, titular de la UFI N°8, mantuvo la imputación en su contra por homicidio doloso.
Casi en paralelo a la decisión del fiscal, los allegados de Andrés Carbonel, el delincuente muerto, comenzaron a despedirlo en redes sociales.
“Te amo hermano. Una re persona eras vos. Pasamos banda de cosas juntos como buenas y malas. Pero siempre ahí con actitud. Te voy a extrañar hermano. Un re vacío dejaste. Un dolor en el alma. Siempre los dos cuidándonos espalda con espalda, haciéndole la guerra a todos los que nos querían ver mal. Siempre una re chispa. Ahora sólo me queda vivir de los recueros. Me quedo con ese último abrazo y esa última charla”, comenzó la publicación de un hombre en Facebook.
Luego cerró con una reivindicación a la condición de ladrón de Carbonel: “Nos vemos a la vuelta ladrón. Ahora estás haciendo algo de ruido seguro, donde sea que estés, porque vos hacías ruido en todos lados. Siempre chispa, moriste en tu ley nomás. Que injusta que es la vida. En breve nos vemos flaco, descansá en paz ladrón. Siempre vas a estar presente, siempre te vamos a recordar por lo que fuiste, un re ladrón y una re persona. Sin palabras, te amo”.
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En el plano judicial, el efectivo acusado comenzó su indagatoria explicando qué estaba haciendo en el lugar y cómo fue el momento en que el delincuente se puso a la par: “yo vivo a la vuelta de donde pasó esto. Hice unos metros nada más con la moto. Salí de mi casa con mi novia, fuimos por calle Florencio Sánchez hasta Lugones. íbamos al supermercado Coto para comprar. A mitad de cuadra, veo que se pone al lado mío una moto, pero como yo tenía la capucha de mi campera puesta, no lo vi en detalle. Luego me corrí la capucha y vi, tengo todo en mi mente, el arma. La vi y lo primero que hice fue girar la cabeza porque dije “acá me mata”.
El policía insistió una y otra vez con que estaba convencido en que iba a ser asesinado por el ladrón: “En ese momento dije ´ya está, acá me mata´. Él me puteaba, me decía ´dale la concha de tu madre bajate´. También me decía ´dale que te mato´. Yo vi que el arma me apuntaba a la cabeza y dije ´ya está, acá me mata´, yo también estaba pensando en mi novia…”.
En ese instante, cuando Mallea nombra a su novia, la indagatoria debió interrumpirse por unos minutos, ya que el efectivo rompió en llanto. Una vez que pudo recomponerse continuó relatando detalladamente la secuencia, particularmente el momento previo a los disparos.
“En ese momento yo le dije ´dejá que se vaya mi novia´, porque sentía que ella no se había bajado, entonces puse la patita y me bajé, siempre dándole la espalda al muchacho. Yo veo de reojo que mi novia ya estaba en la vereda. Así como me bajo, me alejo tres pasos, desenfundo y giro rápido porque dije ´me va a matar´, porque en la cabeza mía lo único que tenía era que me apuntaba con el arma. Entonces gire y disparé”, continuó el efectivo.
La moto en la que circulaba el policía con su novia, al momento del robo
Sin que ninguno de los presentes le pregunte específicamente, el policía sintió la necesidad de explicar por qué siguió disparando, a pesar de que el delincuente había sido alcanzado ya por tres balazos: “Cuando el chico hace dos o tres pasos, veo que quiere sacar algo, entonces yo sigo disparando. Cuando yo logro ver, porque estaba todo oscuro, donde él se va, o sea en la esquina, vi que se dio la vuelta y salió corriendo, ahí ya no disparé más. Pensé ‘bueno se fue corriendo, listo, que se vaya´. Entonces primero vi a mi novia, y luego me acerqué a la esquina y lo vi tirado y me di cuenta que estaba muerto. Yo no quería matar a nadie, ahí se me vino el mundo abajo”.
Luego, la fiscalía le preguntó si dio la voz de alto, a lo que respondió que no se acordaba. El policía señaló, además, que en el cargador le quedaban todavía diez balas por disparar y que no las quiso usar. También le consultaron por el arma que dijo ver en manos del ladrón. La describió como “negra” y dijo que “el tubo” le “apuntaba a la cabeza”. Para concluir, entre llantos, dijo que le notificaron que estaba desafectado de la fuerza y que su intención “nunca fue la de matar a nadie”.
Luego de esta declaración, el fiscal López decidió liberarlo. Los fundamentos de esta libertad están en un documento de dos páginas al que accedió este medio.
Fragmento del documento que ordenó la liberación del imputado
López consideró como fundamento de la liberación que el policía no cuenta con antecedentes penales ni administrativos, lo cual “permite concluir que el imputado en libertad no resultaría ser un factor de riesgo para el presente proceso”.
A pesar de gozar de libertad plena mientras continúa la investigación, Infobae supo que el agente de la Bonaerense no regresó a su domicilio luego de la liberación. “Por el momento no va a volver porque no sabemos qué puede pasar. Estamos con mucho miedo. Pánico, te diría. No sabemos si va a existir algún tipo de represalia, por eso Lucas no va a volver por el momento”, comentó un allegado a Mallea.