Miles de pescadores, equipados con redes con forma de cono, esperaban la señal, animando y cantando. De pronto, se lanzaron a un gran estanque fangoso y tiraron sus redes, arrodillándose en el barro. Pronto, uno de ellos levantó orgulloso un pez que media lo mismo que su brazo.
Desde hace varios siglos, la gente acude a la localidad de San, en el sur de Malí, para el Sanké mon, un rito colectivo de pesca que se celebra en junio y comienza con sacrificios de animales y ofrendas a los espíritus del agua del estanque de Sanké. El rito, con bailarines enmascarados y trajes tradicionales, es patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO.
La maratónica sesión de pesca colectiva conmemora la fundación de la ciudad y el inicio de la estación de lluvias. Pero el cambio climático y las olas de calor están alterando la tradición.
El estanque está empezando a desaparecer, según un jefe del poblado, Mamadou Lamine Traoré.
Las olas de calor que han azotado al país en los últimos años han hecho que el estanque haya empezado a secarse. Las temperaturas han batido un nuevo récord en la localidad este año al alcanzar los 48,5 grados centígrados (119º Fahrenheit), dijo Emmanuel Doumbia, un observador meteorológico local, a The Associated Press.
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La ola de calor sin precedentes que afecta a Malí este año también ha causado un repunte en las muertes. El episodio comenzó en marzo, cuando muchos de los habitantes de esta nación de mayoría musulmana celebraban el mes sagrado del islam, el Ramadán, ayunando desde el amanecer hasta la puesta de sol.
El Centro de Clima de la Cruz Roja y la Media Luna Roja indicó que la falta de datos hace que sea imposible conocer el número de decesos provocados por el calor, pero estimó que podría haber cientos, si no miles, de víctimas.
Un análisis publicado en abril por World Weather Attribution — un equipo internacional de científicos que estudia cómo afecta el climático causado por el hombre a las condiciones meteorológicas extremas — sostenía que la última ola de calor en el Sahel, una región al sur del desierto del Sáhara que sufre sequías periódicas, supera todos los récords.
De acuerdo con los investigadores, el cambio climático ha incrementado las temperaturas máximas en Burkina Faso y Malí en 1,5 grados centígrados (2,7º Fahrenheit).
Y los expertos han advertido que los termómetros seguirán subiendo.
En el último Sanké mon, los hombres sudaban mientras desplumaban pollos flacos y los cocinaban sobre juncos, y los bailarines ataviados con calcetines deportivos o sandalias de plástico se ajustaban brazaletes adornados con conchas de cauri. Una bandera nacional ondeaba sin brío en un mástil ajado en la pisoteada orilla.
“Esta tradición ya estaba establecida antes de que yo naciera”, dijo uno de los participantes, Amadou Coulibaly, que sigue fiel a ella a pesar de los crecientes retos.
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Cuando el ritual fue reconocido por la UNESCO en 2009, se planeó aumentar la profundidad del estanque para evitar que se sedimentara, recordó Traoré. “Pero desde entonces no se ha hecho nada y el estanque está empezando a crear problemas”. El motivo por el que no se actuó no estaba claro.
La desaparición del estanque no solo amenazaría el ritual centenario, sino también la supervivencia económica de la ciudad sin esa atención, aseguró.
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