
En Sodeto no ha habido Ferraris ni Lamborghinis en los últimos años, pero la lotería ha sido «un gran salvavidas para muchas familias».
Todos en Sodeto, un pequeño pueblo agrícola en el noreste de España, esperan con ansias la lotería anual de Navidad española, conocida como El Gordo.
«Ir a Sodeto y vender billetes de lotería es un éxito, nos gastamos todo el dinero en comprarlos», explica a Euronews José Manuel Penella, alcalde de la localidad.
Y no les falta dinero.
Hace once años, cuando la crisis económica afectó duramente a España, este pequeño pueblo agrícola, donde algunas familias luchaban por llegar a fin de mes, eligió el número de la suerte.
El 22 de diciembre de 2012, los billetes distribuidos entre las 80 familias del pueblo ganaron el gran primer premio de la lotería.
Entre los ganadores se encontraba José Manuel, que ese día recibió más de 400.000 euros.
«Cuando me dijeron que me había tocado la lotería en Sodeto, no sabía si mi familia había comprado algún billete. Llamé a mi mujer, pero no había forma de contactar con ella», cuenta el alcalde.
«Así que allí estábamos todos celebrando, descorchando champán y yo todavía no sabía si habíamos ganado. Pensé que estaba siendo tonto», añade.
Pero la alegría fue contagiosa. Rosa Pons, de 67 años, estaba en su casa del centro de Sodeto escuchando el sorteo por la radio cuando se anunció el número ganador.
«Corrí a la plaza del pueblo con un megáfono para gritarlo. Todos nos abrazamos, lloramos, reímos… No sabíamos la cantidad exacta que habíamos ganado, pero sabíamos que habíamos ganado algo», dijo Rosa a Euronews.
Tuvieron tanta suerte que la persona que ganó menos ese día ganó 120.000€. Algunos ganaron cientos de miles de euros, otros casi un millón.

Un hombre señala un billete de lotería de Navidad que quiere comprar en un puesto de Madrid. Paul White/Copyright 2017 La AP. Reservados todos los derechos.
¿Qué ha pasado desde entonces?
La lotería en España se ha convertido año tras año en una obsesión nacional, principalmente porque las posibilidades de ganar el Gordo son muy pequeñas y están repartidas por todo el país.
Sin embargo, la ilusión de ganar se comparte entre amigos y familiares, por lo que el sueño nunca muere.
Cuando Sodeto atravesó su peor crisis y sus residentes -la mayoría de ellos agricultores- habían invertido millones en técnicas de riego más eficientes, muchos lucharon para llegar a fin de mes.
Otras familias vieron morir sus negocios y sus hijos, que querían vivir y trabajar en el pueblo, se vieron obligados a emigrar a las grandes ciudades en busca de trabajo.
Pero ese día de diciembre cambió todo.
Mientras las cámaras de televisión filmaban las celebraciones, a uno de los aldeanos le preguntaron: «¿Qué vas a comprar con el dinero?». Él respondió: «Un cincel».
«Aún hoy nos reímos de su respuesta. Todo el mundo pensaba que debía ser un cincel de marca de lujo, pero en realidad es una herramienta agrícola. El sueño de todos en aquellos tiempos era trabajar», recuerda el alcalde.
«Cuando te toca la lotería todos piensan que vas al Caribe, pero aquí no era así, todos estaban obsesionados con su profesión y con poder trabajar. No hay ostentación de lujo, pero la calidad de vida sí. mejorado», añade.
La calidad de vida permitió a su hijo, que a los 33 años no veía futuro en el pueblo y cuyo sueño era quedarse, pudo comprar una casa e instalarse allí con su familia. También significó que José Manuel pudo ampliar el negocio familiar, contratar a diez trabajadores y renovar las herramientas.
«No sé qué hubiera sido de la vida de mi hijo sin este dinero. Habría tenido que marcharse, pero esto le permitió cumplir su sueño», afirma el alcalde.
«El dinero fue un gran salvavidas para muchas familias», añade Rosa.

El dueño de una administración de lotería celebra la venta de uno de los billetes de lotería conocido como «El Gordo» Paul White/Copyright 2022 The AP. Reservados todos los derechos.
Vendedores al acecho en Sodeto
En Sodeto no ha habido Ferraris ni Lamborghinis en los últimos años, pero ha habido un cambio en el status quo que ha hecho muy felices a todos en el pueblo.
«Antes de ganar la lotería, se invertía mucho dinero en técnicas de riego. Así que los agricultores tenían que ir a los bancos para ver cuánto dinero podían prestarles, a qué tipo de interés… Fue una negociación difícil», dice Rosa.
«Pero después del premio la cosa cambió. Fueron los banqueros los que fueron tras la gente para ver dónde depositaban todo el dinero que habían ganado», se ríe.
Lo que también llamó la atención de los vecinos fue que, al día siguiente del gran anuncio, la ciudad se llenó de anuncios de artículos de lujo.
«Los buzones estaban llenos de anuncios cada día. Casas en venta, coches de lujo, vacaciones de ensueño…», cuenta Rosa.
«Hubo un boom en la renovación de viviendas en el pueblo. Recuerdo un año en el que todos los oficios estaban allí. No se podía caminar por la calle porque estaban rehaciendo todas las casas. Fue impresionante», añade.
Aún así, cree que la lotería no ha cambiado a nadie, pero sí les ha dado tranquilidad.
«El dinero no da felicidad, pero nos ha dado paz. Nos ha hecho ver las cosas de otra manera. No hablamos de si tenemos dinero para llenar el depósito del coche, no preguntamos el precio de las cosas básicas. porque no tenemos que pensar si nos los podemos permitir o no. Eso es lo que ha cambiado, las pequeñas cosas”.