El joven francés Stéphane Breitwieser llevó a cabo una serie única de robos en museos europeos, motivado por su pasión por el arte y no por el dinero. Cómo un inesperado desenlace familiar generó una pérdida irreparable para el patrimonio cultural.

El reciente robo en el museo del Louvre de París captó la atención mundial debido a la audacia y velocidad de la operación: cuatro individuos ingresaron a la galería Apolo y, en apenas siete minutos, sustrajeron ocho joyas de valor histórico incalculable, incluyendo piezas que Napoleón obsequió a su esposa.
Las autoridades francesas tasaron las pérdidas en unos 100 millones de dólares, cifra que reafirmó la magnitud del golpe. No solo impactó el tamaño del botín, también causó asombro la facilidad con la que los ladrones accedieron a los tesoros y lograron escapar sin enfrentamientos ni obstáculos.
La noticia renovó debates sobre la seguridad en los museos y reavivó historias previas de robos imposibles, entre ellas la del francés Stéphane Breitwieser, cuya trayectoria representa un caso único en la crónica criminal internacional, no solo por el tamaño del botín sino también por el trágico final que tuvieron las obras: Mireille Breitwieser, cuando descubrió la detención de su hijo y decidió destruirlo para evitar implicaciones legales.
Según diversos medios como The Guardian, Stéphane Breitwieser, nacido en 1971, es considerado el ladrón de arte más prolífico de la historia moderna. Lejos de responder al perfil típico del delincuente que roba por avaricia o estatus, este ex mesero francés ejecutó más de 230 robos en 172 museos entre 1995 y 2001 guiado, según su testimonio, por una fascinación personal por la belleza de las obras.

1 comentario en «El ladrón de arte «más prolífico del mundo»: robó cerca de 230 obras, las ocultó en la casa de su madre y ella las destruyó»