El déficit de la balanza de turismo es uno de los factores que viene impactando sobre el resultado de las cuentas externas. Las estimaciones indican que ese rojo se profundizará en julio.
- Largas filas de autos en la Triple Frontera para cruzar a Brasil y Paraguay.
- Aluvión de argentinos en los shoppings de Chile.
- Alta demanda de pasajes aéreos a playas de Brasil y el Caribe.
Esas postales, que replican con menor intensidad el boom del turismo emisivo registrado en el verano, vuelven a encender las alertas sobre un nuevo impulso a la salida de dólares en las vacaciones de invierno.
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Luego del éxodo en los primeros cinco meses del año de 6,7 millones de turistas argentinos a destinos del exterior -un incremento del 66% con respecto al mismo período de 2024-, todo indica que el flujo volverá a acelerarse en julio.
Según un relevamiento del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea, mientras en junio las búsquedas online de servicios de turismo -pasajes, alojamientos, excursiones- por destinos locales cayeron 31% con respecto a los registros de un año atrás, el interés por plazas del exterior creció un 20%. «En los primeros días de julio frenó ligeramente la intención de vacacionar en el exterior de acuerdo a las tendencias de búsquedas, pero el desbalance con respecto a los destinos locales sigue siendo muy alto», dijo a El Economista Marcos Cohen Arazi, investigador del IERAL.
Por lejos, la principal causa que ha venido impulsando esas tendencias contrapuestas es el atraso del dólar con respecto al resto de los precios registrado en los últimos veinte meses. Mientras los tipos de cambio paralelos aumentaron en torno al 30% desde noviembre de 2023, en el mismo período la inflación acumuló 214,5%.
Esas dos velocidades provocaron, por un lado, el encarecimiento de los destinos locales y, por el otro, un incremento de los incentivos para el segmento de la población con capacidad de aprovechar las ventajas cambiarias en el exterior.
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Si bien la suba del dólar de los últimos treinta días redujo parte de la brecha cambiaria, esa variación no parece que vaya a alterar las expectativas a corto plazo. «Estamos registrando mucha mayor demanda al exterior que a destinos dentro del país», dijo a El Economista Juan Segovia, vendedor de la agencia AtiViajes. «Si bien el crecimiento contra el año anterior no es tan notorio como lo fue en las vacaciones de invierno de 2024, el alza se mantiene: Rio de Janeiro, Buzios y Florianópolis, además de destinos de el Caribe como Punta Cana, son los más buscados», agregó.
Llegan menos
En sentido inverso a las razones que impulsan los viajes al exterior, el encarecimiento del país en dólares es un factor que viene frenando la llegada de viajeros internacionales. Hasta mayo, 2,4 millones de turistas internacionales habían arribado al país, un descenso del 20% frente a los primeros cinco meses del año pasado.
Según el consenso de los operadores, esa tendencia se mantendrá en el invierno. «Salvo un flujo de turistas brasileños y chilenos que vienen a los centros de esquí, no hay nada más: la expectativa es menor incluso que en las vacaciones de invierno del año pasado, cuando el número de turistas ya había caído mucho con respecto a 2023», dijo a El Economista Amalia Arabarco, dueña de la agencia especializada en turismo receptivo Helling´s Travel. «Para las empresas que trabajamos turismo receptivo, la temporada ya está perdida».
El desbalance entre los turistas argentinos que cruzan la frontera y los viajeros de otros países que llegan al país es superior incluso al registrado en otros períodos sin cepo cambiario y tipo de cambio de bajo. Según el informe de IERAL, durante 2017 y en los meses previos a la devaluación iniciada en abril de 2018, por cada turista que ingresaba al país había 2,2 turistas argentinos saliendo al exterior. En 2025 ese guarismo ya se ubica en 2,8.
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Canilla de dólares
El abrupto cambio en la balanza turística dispara múltiples efectos. Entre ellos, el brusco descenso del turismo receptivo ya empieza a impactar sobre el nivel de empleo. «En el primer trimestre, mientras las cifras de empleo privado para toda la economía dieron una caída del 0,3% con respecto a un año atrás, el descenso en el rubro alojamiento fue del orden del 4%, lo que implica la pérdida de unos 3.000 puestos de trabajo», señaló Cohen Arazi.
Además de esos efectos ya evidentes en varias ciudades del país, la salida de turistas agrega otro grifo por donde salen dólares. En el primer trimestre del año, residentes argentinos gastaron en el exterior U$S 4.923 millones, casi el doble que en el mismo período de 2024, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Se trata del mayor gasto de viajeros en el exterior de los últimos 20 años para el primer trimestre.
En tanto, la entrada de divisas por turismo receptivo en los tres primeros meses del año fue de U$S 1.459 millones, una caída del 8% con relación al mismo período del 2024. Con eso, el rubro «viajes» dentro de la balanza de pagos registró un déficit de U$S 3.464 millones, casi cinco veces más que el rojo de U$S 709 millones registrado en el primer trimestre del 2024.
Si bien no necesariamente la totalidad de ese déficit tiene impacto en las reservas del Banco Central dado que gran parte de los gastos del turismo emisivo está siendo cubierto por dólares atesorados con anterioridad, la salida record de divisas por viajes al exterior es uno de los principales factores que viene ampliando el saldo negativo de las cuentas externas. En el primer trimestre, el déficit de cuenta corriente fue de U$S 5.191, cinco veces mayor que la meta a la que se comprometió el gobierno con el FMI para ese período.
Ese indicador, que refleja que la economía argentina está consumiendo más dólares de los que genera, acumularía a lo largo del año un déficit equivalente al 2% del PBI, según el consenso de las consultoras. Aunque ese nivel es todavía inferior al registrado en otras crisis cambiarias -en 2017, por ejemplo, el déficit había sido de 4,8% del PBI- , preocupa la rápida tendencia al alza. El año pasado, el resultado de la cuenta corriente había arrojado un superávit del 0,8% del PBI.

El gobierno confía en que el ajuste registrado por el tipo de cambio desde abril tras la flexibilización del cepo cambiario para las personas físicas, sumado al fortalecimiento del real en Brasil, será suficiente para frenar el deterioro de las cuentas externas en los próximos meses. En esa línea, uno de los argumentos de peso es que el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral -un indicador que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de sus 12 principales socios comerciales- ya recuperó los niveles que tenía en junio del año pasado.
No obstante, las proyecciones indican que al menos el rojo de la balanza turística seguirá profundizándose en julio y se sostendrá en lo que resta del año. «Según nuestras estimaciones, el turismo emisivo, ya con los casi U$S 5.000 millones del primer trimestre, terminará el año entre U$S 12.000 millones y U$S 16.000 millones, mientras que el turismo receptivo puede dejar alrededor de U$S 4.000 millones», dijo Cohen Arazi. «Con eso, el déficit de este año rondaría entre U$S 8.000 millones y U$S 12.000 millones, un nivel que, en cualquiera de los casos, será muy elevado», concluyó.
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