Aunque prometía ser más sano que fumar, el vapeo revela riesgos ocultos: desde adicción severa hasta metales pesados en los pulmones y daño al corazón.
Cuando se popularizaron a mediados de la década de 2010, los vapeadores prometían ser una alternativa más saludable al cigarrillo. Se promocionaban como una herramienta para dejar de fumar. Sin embargo, una década después, los estudios comienzan a revelar los peligros reales: altos niveles de metales pesados, afectaciones al sistema cardiovascular y posibles daños neurológicos.
Un solo uso puede aumentar el ritmo cardíaco y contraer los vasos sanguíneos, lo que a largo plazo podría endurecer arterias y elevar el riesgo de ACV o infarto. Cuando el líquido se calienta a temperaturas altas, libera sustancias como formaldehído, acetaldehído y plomo. Estas toxinas entran al torrente sanguíneo y pueden generar inflamación y daño celular. También se detectaron metales pesados como níquel y antimonio, relacionados con el cáncer de pulmón.
El impacto en los pulmones tampoco es menor: inflamación crónica, empeoramiento del asma, tos persistente y falta de aire. Casos extremos han registrado enfermedades como el «pulmón de palomitas de maíz» y cicatrices pulmonares irreversibles. Además, los saborizantes de vapeadores desechables podrían dañar las membranas celulares y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
El riesgo de adicción, sobre todo en adolescentes, es otro eje de preocupación. Muchos duermen con el vapeador debajo de la almohada y lo usan apenas se despiertan. Algunos modelos hoy en el mercado ofrecen 20.000 caladas, el equivalente a 100 paquetes de cigarrillos.
- Esto, sumado a la falta de regulación, hace que los productos se renueven más rápido de lo que la ciencia puede investigarlos.
Aunque el uso adulto aún es menor al del cigarrillo (4,5 % en EE.UU.), el 8 % de los estudiantes secundarios declaró vapear en el último mes. Con productos cada vez más adictivos y efectos que aún no se comprenden del todo, los expertos advierten que podría pasar mucho tiempo antes de conocer el verdadero alcance del daño.
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